Covid-19 y el hígado

Si Ud. tiene cirrosis, daño hepático crónico, hepatitis autoinmune, por virus o alguna otra enfermedad del hígado, aquí encontrará 10 consejos para cuidarse frente a la pandemia por coronavirus o COVID-19.

Con más de 4 millones de personas infectadas y casi 300.000 muertos, la pandemia de COVID-19 preocupa a todo el mundo, pero las personas con enfermedades hepáticas ¿deben tener cuidados especiales?

La respuesta es sí, debido a que la severidad de la infección por el coronavirus o SARS-CoV-2 es mayor en quienes tienen cirrosis y enfermedades hepáticas crónicas.

Entre las personas con hígado graso, la obesidad confiere también más riesgo de gravedad.

A continuación veremos 10 consejos para personas con enfermedades hepáticas en tiempos de COVID-19.

1. Mantener medidas de higiene

Esto incluye ser riguroso en las medidas de higiene básicas para usted y todos sus contactos. El lavado de manos es fundamental y debe realizarse varias veces al día y tras tener contacto con otras personas o superficies (mesas, escritorios, manillas de puerta, etc.). Tenga alcohol gel siempre disponible.

Mantenga limpieza de todas las superficies de la casa, con aseo al menos una vez al día. Si no está con mascarilla, al toser cúbrase la boca con la parte interna del codo. Ventile la casa una vez al día.

2. Distanciamiento personal

Prefiero el término distanciamiento personal, y no social, ya que debe tratar de mantener el contacto social, pero no en persona.

Evitar los contactos innecesarios entre personas tales como los saludos de mano, besos y abrazos. Si por algún motivo es estrictamente necesario tocar a alguien luego debe realizarse un lavado de manos con jabón o aplicación de alcohol gel.

Evite eventos sociales y sitios con concurrencia de otras personas. Es importante mantener una distancia de al menos un metro con otras personas para evitar la transmisión del virus por gotitas de saliva.

3. Confinamiento

Las personas con enfermedades hepáticas tienen un riesgo mayor de evolucionar a las formas más grave de la enfermedad por coronavirus.

El confinamiento es una de las medidas más drásticas, pero al mismo tiempo, más útiles para evitar el contagio. Permanezca en casa el mayor tiempo posible. Evite usar el transporte público, buses y aviones cada vez que sea posible.

Manténgase alejado de personas con síntomas respiratorios o fiebre. Nunca visite a personas en cuarentena y menos aún con diagnóstico de infección.

4. Uso de mascarilla

Al inicio de la pandemia existía una cierta controversia respecto del uso de mascarillas para las personas no infectadas. Hoy existe consenso en que es una medida útil para reducir el riesgo de contagio debido a que existe un número de personas asintomáticas que puede estar contagiada sin saberlo y transmitir el virus a otras personas cercanas.

Debe usar mascarilla al estar fuera de su casa, especialmente si está en lugares cerrados con otras personas. La mascarilla debe estar ajustada y cubrir completamente boca y nariz. El uso de mascarilla puede ser incómodo, por lo que debe hacer un esfuerzo por evitar tocar o ajustarse la mascarilla una vez que está puesta. Lávese las manos o use alcohol gel antes y después de manipular la mascarilla.

5. Mantener todos sus medicamentos habituales

No debe suspender ni reducir dosis de sus medicamentos a no ser que sea indicado por su médico. Esto incluye corticoides como la prednisona e inmunomoduladores como la azatioprina. Si usted es trasplantado hepático, con mayor razón debe mantener sus inmunosupresores

Si usted suspende sus medicamentos, tiene riesgo de descompensación de su enfermedad o de reactivación, lo que lo pone en mayor riesgo de complicaciones y eventualmente de tener que llegar a hospitalizarse

6. Vacunas

Las personas con enfermedades hepáticas crónicas deben recibir la vacuna contra la influenza y la del pneumococo. La vacuna de la influenza debe recibirse todos los años. La vacuna del pneumococo se administra habitualmente en dos dosis con 5 años de diferencia. Consulte a su médico para saber si está al día con esta vacuna.

7. Controles médicos

No se pierda de controles, la continuidad de la atención es clave para prevenir complicaciones o descompensaciones como ascitis, encefalopatía hepática o reactivación de una hepatitis autoinmune.

La mayoría de los profesionales y centros médicos ha desarrollado canales de atención a distancia o Telemedicina. Familiarícese con estos canales, ya que pueden solucionar sus problemas y dar continuidad a la atención médica.

Mantenga en lo posible un stock adecuado de los medicamentos que usa en forma habitual.

8. Consumo de alcohol

Las personas con enfermedades del hígado y en particular con cirrosis, no deben consumir alcohol. Sin embargo, se ha descrito que en algunos lugares las ventas de alcohol han subido hasta el doble en período de pandemia y el consumo peligroso de alcohol se ha disparado.

El confinamiento prolongado y el estrés asociado a esta situación de emergencia puede llevar a las personas que tienen historia de haber consumido alcohol en exceso a reincidir.

Por favor, mantenga contacto con su médico o psiquiatra y pida las ayudas necesarias.

9. Mantener rutinas sanas

El confinamiento puede ser estresante. Es difícil estar en casa sin salir, pero el hecho de intentar mantener algunas rutinas, ayuda a reducir este estrés.

Trate de levantarse a la misma hora. Intente mantener una rutina de ejercicio suave diariamente. Puede ser tan sencillo como poner música y bailar media hora.

Ser productivos en espacios reducidos, con otras personas en la misma casa, con distracciones puede ser difícil, por lo tanto, no sea autoexigente.

10. Qué hacer en caso de síntomas

Recuerde que ante la presencia de fiebre o síntomas respiratorios como tos, dolor de garganta, congestión nasal o dificultad respiratoria, debe consultar a su médico o acudir al servicio de urgencia.

La aparición de dificultad para respirar siempre es un síntoma grave que requiere de atención en el servicio de urgencia en forma inmediata.

Recuerde que ocasionalmente la infección por el virus del COVID-19 a veces puede comenzar con síntomas menos habituales como la anosmia o ageusia, que es dificultad para sentir olores o sabores, diarrea o descompensación de la cirrosis.

Brote de hepatitis A en Chile

En la primera mitad de este año 2017 se ha producido un brote de hepatitis A en Chile, con incidencias que en algunas regiones sobrepasan por 10 veces la del año pasado a esta misma fecha. Probablemente en este brote la transmisión de este virus por vía sexual ha jugado un papel importante.

Es clave que las personas que tienen conductas de riesgo sexual prevengan la hepatitis mediante modificación de conductas tendientes a prácticas sexuales más seguras y recibiendo la vacuna de hepatitis A y B.

Resultados del tratamiento de la hepatitis C con ezetimibe

La infección por virus de hepatitis C (VHC) afecta a cerca de 80.000 personas en Chile, donde es una de las principales causas de trasplante hepático. A pesar de que los tratamientos para esta infección han mejorado en forma muy importante en los últimos 5 años con los antivirales de acción directa (AAD), todavía las nuevas terapias tienen problemas: en algunos casos toxicidad, resistencia y en especial un precio tan alto que constituye una barrera para su uso en forma masiva. Por esta razón se requiere explora otras aproximaciones.

En este proyecto se propone que el uso de un medicamento ya aprobado para el tratamiento de la hipercolesterolemia -el ezetimibe- podría tener un efecto antiviral al bloquear el transportador de colesterol llamado NPC1L1. Este transportador se ha descrito que no sólo sirve para el transporte de colesterol a la célula hepática, sino que también constituye un factor de entrada para el virus (receptor). Los estudios in vitro han mostrado que el uso de ezetimibe puede retrasar o disminuir la infección de las células por el virus C.

El objetivo de nuestro estudio fue demostrar el efecto antiviral de ezetimibe en dos grupos de pacientes infectados por VHC: Pacientes con infección crónica estable y pacientes infectados que van a ser sometidos a un trasplante hepático. Adicionalmente quisimos determinar si ciertas variantes genéticas de la proteína NPC1L1 afectaban la respuesta al tratamiento. En el primer estudio se administró ezetimibe en dosis de 20 mg al día por 12 semanas, estudiándose la respuesta al tratamiento en términos de efecto en el perfil lipídico, cuantificación de RNA viral en plasma, bilis y deposiciones antes, durante y después del tratamiento. Se determinó que existe una disminución muy leve de la carga viral en el plasma, pero no en bilis ni en deposiciones, sin lograrse negativizar la carga viral. Se estudó asimismo si era posible detectar otro componente del virus, la proteína core, la que se detecta en plasma, pero no en bilis ni deposiciones con los métodos empleados.

En el segundo estudio de los pacientes que van a ser sometidos a trasplante, se utilizó una dosis de 10 mg/d de ezetimibe, demostrándose que el medicamento es bien tolerado. Su administración se asoció a una disminución de la concentración de RNA viral en plasma, pero no se logró prevenir la re-infección del injerto, volviendo los pacientes a su carga viral basal luego de unas semanas. Las variaciones genéticas de la proteína NPC1L1 no permitieron explicar las diferencias en la respuesta a la terapia.

Los resultados de estos estudios son relevantes, ya que, si bien el efecto del ezetimibe es modesto y no permite el tratamiento/erradicación viral usado como monoterapia, permite predecir que su uso combinado con AAD podría mostrar un efecto sinérgico, tal como lo tuene la ribavirina al combinarse con interferón. Su uso de esta forma tiene el potencial de disminuir en forma considerable el costo de la terapia antiviral, disminuyendo el potencial de resistencia a los antivirales y finalmente permitiendo que la terapia llegue a una mayor proporción de los pacientes infectados.