Detección precoz de la hepatitis C
Las enfermedades hepáticas se han puesto de moda en el último tiempo. Vemos con frecuencia en las noticias que hay casos complejos de necesidad de trasplantes hepáticos por hepatitis fulminante. Por otro lado, la reciente aprobación de la llamada “ley seca” que baja en forma drástica los niveles de alcoholemia para conducir vehículos, nos recuerda que el consumo de alcohol sigue siendo muy frecuente en nuestra sociedad.
Hay, sin embargo, una causa que es más silenciosa de enfermedad hepática y que es totalmente tratable cuando es detectada a tiempo: la hepatitis C. La hepatitis C es una enfermedad causada por un virus que se transmite a través de contacto con sangre, ya sea por haber recibido transfusiones antes de 1996, a través de procedimientos médicos como el haber recibido inyecciones con material no estéril (como era muy habitual antes de 1990, con los practicantes e incluso en centros de salud) y por haber compartido jeringas para uso de drogas recreacionales. Hay una proporción importante de personas con hepatitis C -hasta el 40% en nuestro país- que no ha tenido ninguno de los factores de riesgo mencionados.
Una de las características más llamativas de esta enfermedad es que no produce síntomas durante muchos años o décadas. Durante este período la persona afectada frecuentemente no sabe que tiene la enfermedad ya que se siente bien, pero el virus está dañando en forma lenta y silenciosa el hígado. Luego de 20 a 30 años pueden verse las consecuencias de este daño, cuando la persona desarrolla las complicaciones más temidas de la enfermedad: cirrosis hepática y cáncer del hígado. Cuando ya se llega a este estado, frecuentemente la única opción es el trasplante hepático.
Afortunadamente existe tratamiento, el que ha mejorado su efectividad en forma muy considerable en los últimos años. El tratamiento logra no sólo controlar el virus, sino que curarlo, erradicando la infección en forma definitiva y deteniendo el daño en el hígado, evitando el desarrollo de cirrosis.
Sin embargo, es crítico realizar este tratamiento antes de que se llegue a una etapa de daño más avanzado (cirrosis), ya que la efectividad del tratamiento baja en forma importante y a veces puede estar contraindicado cuando la enfermedad está descompensada.
Se desprende claramente de lo anterior que la detección precoz de las personas infectadas, que frecuentemente no saben que tienen la enfermedad, es la clave para evitar las complicaciones recibiendo un tratamiento oportuno.