Hepatitis A

Hepatitis A
La hepatitis A es una enfermedad causada por un virus que se transmite por contaminación de los alimentos. La higiene de los alimentos y el lavado de manos frecuente es la principal forma de prevenir esta enfermedad.
La hepatitis A es una enfermedad que se caracteriza por la inflamación aguda del hígado causada por el virus de la hepatitis A. Su período de incubación (tiempo entre la llegada del virus al cuerpo y el desarrollo de la enfermedad) va desde 15 a 49 días. Este virus se transmite a través de la ingestión de comida contaminada con el virus, frecuentemente mariscos crudos o verduras crudas regadas con aguas servidas.

Es muy frecuente en niños, aunque la mayoría de ellos no presentan síntomas al contraer el virus. Los que desarrollan síntomas (aproximadamente el 5% de los niños), presentan náuseas, coluria (orina color “Coca-Cola”) e ictericia (color amarillento de la piel y de los ojos). El 70% de los adultos presenta síntomas. Algunos de los afectados, menos del 1%, pueden llegar a desarrollar una falla hepática fulminante, requiriendo llegar al trasplante hepático. Sin embargo, en la mayor parte de los casos la enfermedad pasa sin dejar ninguna secuela y el hígado se regenera en forma completa.

La hepatitis A es el virus de hepatitis que más frecuentemente ataca el hígado, pero también es el más benigno. Sólo se contrae una vez, ya que el cuerpo genera defensas permanentes contra la enfermedad. No existe tratamiento antiviral específico para la hepatitis A. Esta infección es completamente prevenible mediante una vacuna muy efectiva y segura que debiera ser aplicada de rutina en todos los niños. A las personas que viven bajo el mismo techo se les puede aplicar una inmunoglobulina para prevenir que se contagien. Esta se administra en forma intra-muscular y sólo es efectiva dentro de las dos primeras semanas de contacto con el enfermo. Sólo es útil para quienes no han tenido hepatitis A previamente.

Aparte de la vacuna y la inmunoglobulina, las principales medidas de prevención son el mejoramiento de la higiene de los alimentos, la disponibilidad universal de agua potable y la abstención del consumo de vegetales regados con aguas servidas.

Consideraciones generales

  • Reposo: El reposo es útil en la medida que la persona se sienta sin ánimo y también tiene como objetivo evitar que compañeros de colegio o de trabajo se contagien. Ya no se indican esos largos y estrictos reposos en cama que se recomendaban antiguamente.
  • Dieta: Debe ser un régimen liviano que disminuya las náuseas y vómitos que frecuentemente tienen estos enfermos. La disminución de grasas y frituras tiene este objetivo. En la etapa de recuperación es importante aumentar moderadamente el consumo de proteínas de alta calidad (leche, huevos, carne) para ayudar a regenerar el hígado.
  • Síntomas de gravedad: Hay dos síntomas que pueden indicar gravedad. En primer lugar las náuseas y vómitos persistentes, y en segundo lugar compromiso de conciencia (tendencia a la somnolencia) por encefalopatía hepática. La presencia de estos síntomas debe alertar para consultar inmediatamente a su médico.
  • Exámenes de laboratorio: De los exámenes de laboratorio, el más importante es el tiempo de protrombina. Si éste es menor de un 60%, puede indicar mayor gravedad. El diagnóstico de este tipo de hepatitis se hace mediante la IgM HAV (inmunoglobulina M de hepatitis A). Las “transaminasas” se refieren al nivel de enzimas SGOT (AST) y SGPT (ALT) en la sangre. Habitualmente se elevan sobre valores de 1000 U/mL, pero el nivel de elevación no tiene correlación con la gravedad de la hepatitis. La bilirrubina generalmente está elevada, y esta sustancia es la que explica el color amarillo de la piel y de los ojos. El nivel de transaminasas va disminuyendo gradualmente en el curso de 1 a 2 meses.
  • Curso de la hepatitis: Algunas personas pueden presentar una recaída de la hepatitis, con reaparición de los síntomas después de una aparente mejoría. Esto no es señal de mal pronóstico. Un bajo porcentaje presenta una hepatitis de curso “colestásico”, es decir con intensa picazón de la piel y marcado color amarillo de la piel (por elevación de la bilirrubina). En ocasiones se usan corticoides para estos casos. La hepatitis A en general no dura nunca más allá de 6 meses. No existe la hepatitis crónica por virus A.

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